No hace falta ser muy listo para darse cuenta de que si nos pasamos más del 30% de nuestra vida durmiendo, indudablemente es porque dormir es muy importante.
Pero no solo hablo de esa rutina diaria que en ocasiones expresamos con aquello de «ir al sobre» o «abandonarse en los brazos de Morfeo». 
Hablo del dormir inteligente, consciente y sabedor de su importancia. Hablo de medirlo y analizarlo, sabedor de su capacidad regeneradora y sanadora



Y tan importante y sanador es que cuando nos disgustamos, solemos decir «vamos a dormir este asunto» significando con ello que le concedemos un tiempo de pausa y regeneración para analizarlo después de un simbólico tiempo y despertar que sin duda suele ser otro tiempo más objetivo y certero

Eso tengo que hacer, porque un violín tiene un diapasón pensado para soportar la tensión de cuatro cuerdas. Si tiene que soportar más, acabará partiéndose o partiendo el instrumento entero. 
Así pues, de vez en cuando es un acierto, subirse a la rama, semi-convertirse en un simio adormecido, bajar una (o dos) velocidades y abandonarse al descanso reparador. Algunos privilegiados, no solo bajan velocidades, sino que se ponen en punto muerto. Lo llaman vacaciones. Personalmente creo que no son tan reparadoras y están sobrevaloradas.
Que sigáis bien.